miércoles, 7 de noviembre de 2012




Érase que se era, en una aldea remota, un labrador muy avaro.
Tenía tanta avaricia que, cuando un pájaro picaba un grano de trigo que encontraba en el suelo, se ponía furioso y vigilaba su finca durante todo el día.

Hasta que un día decidió construir un espantapájaros. Con tres palos hizo los brazos y las piernas, el cuerpo de paja, la cabeza era una calabaza, dos granos de maíz para los ojos, una zanahoria para la nariz y granos de trigo para los dientes.

Unas ropas viejas le sirvieron como vestimenta y le colocó una manzana en el pecho, a modo de corazón.

El espantapájaros ya estaba preparado para trabajar y cuando se acercó un pájaro lo intentó echar pero, el pájaro le dijo:

- ¡Qué granos de trigo tan buenos tienes en este campo!
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¿Me das algunos para mi hijos?

Pero no podía o su dueño se enfadaría, de esta manera, decidió darle sus dientes de trigo.

Al poco se acercó un conejo , le quedó mirando muy fijamente para la zanahoria que tenía por nariz y le dijo:
- Dame la zanahoria
, por favor, tengo mucha hambre.

Y el espantapájaros se la dio de corazón.

Una mañana apareció el gallo cantando su quiquiriquí y desesperado le pidió el maíz que tenía por ojos ya que el amo era tan avaro que no les daba de comer ni a él ni a las gallinas.


Pero sucedió que el amo se enfadó con el gallo y lo echó de sus tierras. Cuando se enteró el espantapájaros le dio su ropa para que no pasase frío.

Ese mismo día, un poco más tarde, apareció un niño llorando porque el dueño de la tierra no le había dado comida para su familia.
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Y ¡qué creéis que hizo el espantapájaros?. Le dio la calabaza que tenía por cabeza.

¿Te puedes imaginar lo que hizo el labrador cuando fue a mirar su tierra y vio al espantapájaros totalmente desecho? ¡Fuego!
¡Le prendió fuego!. Solo se salvó la manzana que tenía por corazón y como al labrador le encantaba las manzanas asadas dijo:

- ¡Pues esta me la como yo.!

¡Qué bien! Al comer el corazón del bondadoso espantapájaros su corazón se transformó y dejó de ser un avaro para ser un hombre generoso.
Dicen que, desde entonces, la tierra del labrador fue un lugar acogedor y, en ocasiones, el viento trae una canción.

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